- Forest Insights
¿Crecerá la Industria Aguacatera a Expensas de los Bosques Mexicanos?
El aguacate mexicano ha tenido una década de creciente popularidad. Con una producción de casi 2.2 millones de toneladas en 2018, México es el principal productor a nivel mundial. La producción nacional ha crecido a una tasa de 8% anual desde 2009, mientras que el valor comercial de esta producción se ha incrementado a una tasa de 18% anual (en 2018, fue de $42 mil millones de pesos).
Más de la mitad de la producción nacional es para exportación: alrededor de una tercera parte de los aguacates que entran al mercado internacional son de origen mexicano. Las importaciones mundiales de aguacate han aumentado 172% en la última década, lo que se ha reflejado en crecientes exportaciones mexicanas del producto, principalmente con destino a Estados Unidos, Japón y Canadá.
El impacto ambiental de la producción de aguacate en Michoacán
A partir del auge del cultivo, Michoacán ha sufrido una fuerte expansión de plantaciones de aguacate, a raíz de la cual, el estado ha experimentado diversos problemas ambientales y sociales. A través de Global Forest Watch, se han identificado casos de cambio de uso de suelo para la siembra de huertas de aguacate, incluyendo en zonas de amortiguamiento de Áreas Naturales Protegidas (ANPs), resultando en problemas de estrés hídrico en comunidades aledañas, ya que el aguacate tiene mayor demanda hídrica que la vegetación nativa, mientras que permite menos filtración a los mantos acuíferos. De acuerdo con el Atlas de Riesgo Aqueduct, México sufre un alto estrés hídrico. En particular, Michoacán y Jalisco experimentan un estrés hídrico alto y extremadamente alto. La siembra de árboles de aguacate pueden causar que se fieltre menos agua hacia los acuíferos, exacerbando la situación en las comunidades aledañas.
La siembra de árboles de aguacate puede causar que se filtre menos agua hacia los acuíferos, causando más estrés hídrico en las comunidades aledañas. Asimismo, la deforestación asociada al cultivo de aguacate aumenta el nivel de riesgo relacionado con erosión y desbordamiento de ríos.
La producción se extiende a nuevos territorios
Se espera que la demanda de aguacate continúe creciendo, mientras que la capacidad de producción sustentable en Michoacán, el principal productor nacional, se acerca a su límite. El estado de Jalisco es el segundo productor de aguacate, con un 9% del producto nacional, muy distante de la producción en Michoacán, de 77%. Jalisco es, sin embrago, el estado con mayor crecimiento en su producción en los últimos años. Por ende, es trascendental evitar que se repliquen en Jalisco las consecuencias negativas experimentadas en Michoacán.
Es necesario lograr un crecimiento ordenado y sostenible de las plantaciones de aguacate en Jalisco para aprovechar la alta demanda y creciente valor, pues, siendo éste tan atractivo para los agricultores de Jalisco es difícil detener la expansión del cultivo. En 2018, la producción de una hectárea sembrada con árbol de aguacate valía en promedio 136 mil pesos brutos, casi cuatro veces más que hace una década. A la vez, es difícil que otros cultivos, como el maíz, u otros usos de suelo, como el manejo forestal, puedan competir con el costo de oportunidad de la siembra de aguacate.
Aunque no toda la expansión del aguacate en Jalisco ha causado deforestación, es un hecho que las regiones donde ha habido mayor producción también son zonas con altos niveles de pérdida de cobertura forestal, lo cual está provocando un incremento de desastres naturales. De hecho, en 2019 ya se registró una crisis relacionada con la deforestación para cultivar aguacate: el desbordamiento del río Salsipuedes, en el municipio de San Gabriel, Jalisco, que cobró al menos cinco vidas.
Cómo lograr una producción sustentable en México
Para continuar el crecimiento de la producción de este fruto sin mayores afectaciones al medio ambiente, es indispensable implementar políticas de ordenamiento territorial que planifiquen el uso de la tierra basado en la aptitud del suelo, disponibilidad de agua y vocación del territorio, como en el caso del Sistema Comunitario para el Manejo y Protección de la Biodiversidad en la cuenca Huatulco-Copalita de Oaxaca, donde se llevó a cabo un ejercicio de planificación territorial comunitaria en el que las comunidades decidieron, basándose en características territoriales (físicas, biológicas y culturales) y perspectivas de vida (criterios de beneficio propio) el uso de cada porción de su territorio, así como los mecanismos para lograr su visión (estructuras y procedimientos internos).
Por otro lado, se deben impulsar herramientas de mercado que premien las buenas prácticas agrícolas, como esquemas de certificación sustentable, para salvaguardar la riqueza de los bosques mexicanos y asegurar la continuidad del capital natural nacional. Asimismo, herramientas como Global Forest Watch Pro pueden asistir para el monitoreo de las cadenas de valor, asegurando producción libre de deforestación.
A la par, es importante implementar políticas e incentivos alineados con las metas de desarrollo rural y sustentabilidad ambiental, ya que la falta de alternativas de medios de vida a menudo provoca un uso de suelo insostenible para satisfacer las necesidades básicas. Una economía rural diversificada, que considere no solo diferentes cultivos, si no también actividades diferentes de la agricultura, como manejo forestal o ecoturismo, genera comunidades resilientes y empleos, disminuye la tasa de migración forzada, protege a los ecosistemas y sus servicios asociados y contribuye a la mejora de la calidad de vida.